Islandia: El edén de la tierra cambiante.

 

Por Eduardo Camacho

El espíritu viajero no descansa, pero a veces pide a gritos menos aceleración y este mundo está lleno de ciudades implacables.

Así que, ¿qué tal un destino verdaderamente alejado de todo, con una población menor, que no obstante te brinde todas las comodidades, grandes paisajes y actividades suficientes para disfrutar durante tu estancia? El sitio indicado se llama Islandia, y se halla a la mitad de Groenlandia y Europa del norte.

¿Cómo llegar desde México?

La isla solitaria de nombre Iceland al inglés –la tierra del hielo-, está situada en la dorsal mediaoceánica atlántica, lo que significa que está literalmente en el centro de las placas tectónicas que separaron los continentes europeo y americano. Así que, aunque perteneciente a Europa, cuenta con todo un costado del país del lado de la placa norteamericana y otro correspondiente a la placa euroasiática, ambas aun separándose alrededor de 2.5 cms. al año. Asimismo, se ubica geográficamente hablando, más lejos del viejo continente que del nuevo -la tierra más cercana es Groenlandia, a 287 kilómetros.

Puedes iniciar conjeturando, pues, que en efecto se trata de un país verdaderamente alejado, empezando por el continente al que técnicamente pertenece. Por lo tanto, llegar acá es más complicado procedentes del mismo, pues no tiene la conexión terrestre que posee el resto de países de la unión europea. Sin embargo, no hay lugar en la tierra que sea inalcanzable, y tu llegada a Islandia no hará la excepción de la regla.

Eso sí, hay que hacerlo en avión, viajando aproximadamente 4 horas desde Madrid o Barcelona, o 3 desde Londres, París, Ámsterdam o Copenhagen; pero también puedes hacerlo procedente de ciudades de la unión americana tales como New York o Boston, volando alrededor de 6 horas.

Y bien, una vez en tierra vikinga, necesitarás saber que guardar tus euros sólo te servirá si hallas dónde cambiarlos, pues la moneda de uso en el país es la corona islandesa. Debes tener ello en cuenta, así como que una vez más –para tu fortuna- el inglés te salvará el pellejo ante el antiquísimo y extraño islandés cuyo alfabeto ni siquiera vas a reconocer, a menos que te quedes mucho tiempo.

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Principales atracciones

¿Y qué tiene para ofrecer Islandia además de la posibilidad de presumirse lejos de todo? Pues ahora es momento de describir esta tierra sin igual. Debido a la dorsal mesoatlántica, toda la isla está erigida sobre tierra volcánica –incluso es posible decir que las erupciones la formaron-, que es un denominador común en la cultura de su pueblo y es la fuente más grande de energía que lo sostiene. Pero además de eso, esta peculiaridad diversifica los paisajes del país que por encontrarse muy cerca del círculo polar ártico, también está lleno de glaciares. Gracias a ello se le conoce de manera común como la tierra del hielo y el fuego.

Imagino que esto ya arroja una idea en tu mente, pero acotamos. Más del 10 por ciento de la extensión territorial está conformada por glaciares que pintan de blanco el paisaje, mezclándolo con el negro de la lava que constantemente es expulsada por los más de 30 activos volcanes islandeses. Esto, a su vez, provee condiciones de tierra y agua particulares, por lo que la vegetación aquí no tiene par, y aunque la fauna es inmensamente menor a la de otros ecosistemas, la flora tiene avistamientos deslumbrantes que exhiben su belleza de verano con especies de orquídeas más pequeñas que en el sur, pero tan llenas de color como éstas.

Ahora bien, la ciudad más importante de Islandia, y también la más poblada –cubre el 70% de la demografía total-, es Reijkavic, que es concretamente la capital del mundo más al norte del globo. Aquí el atractivo cubre todos los planos, pues tanto la vista natural como las construcciones del hombre embellecen el paisaje contemporáneo cubierto por un ambiente subpolar que mantiene el clima medianamente frío o templado y con lluvias más de 200 días al año, pero que aún con eso, se siente como uno de los sitios más acogedores que te puedes encontrar. Reijkavic está lleno de cultura, y goza de una vida nocturna sin igual, pues sus habitantes además de ser de las personas más amables que existen, aman la fiesta, la música y –hay que decirlo- la bebida, que tratándose de un país frío es un acompañante del islandés tanto en bares como en vías públicas. Tras un largo periodo en la ignominia, esta ciudad recibe en la actualidad, el promedio de 1 millón de pasajeros al año.

Ya adentrándote un poco en la isla, puedes hallar otro de los asentamientos importantes del país, que es básicamente el centro de la naturaleza geológica que ha configurado los continentes como los conocemos ahora, así como el origen del primer parlamento democrático del mundo y para los viajeros interesados en la historia, una sede de muchas sagas vikingas. Se trata de Þingvellir (Thingvellir), lugar de atractivos singulares como Geysir, llamado así por ser el primer Géiser de aguas hirvientes nombrado como tal, o Gullfoss, la cascada dorada más impresionante de Islandia.

Además de eso, en la isla bicontinental pueden visitarse lugares verdaderamente inusuales como el glaciar más grande de toda Europa, dentro del parque nacional Vatnajökull al oeste del país. Aquí hay montañas inmensas y Icebergs que no cesan de cambiar y, producto del calentamiento global, de alimentar el lago a su alrededor, mismo que crece a medida que los glaciares disminuyen.

La Laguna Azul, por su parte, es un lugar sumamente frecuentado por los turistas y es un lago artificial –formado por una de las plantas geotérmicas de Islandia- en función de balneario público rico en  aguas minerales cuyas propiedades lo hacen ideal para la relajación, o incluso el tratamiento de enfermedades como la psoriasis. Es un lugar espectacular, que además se ha formado sobre un campo de lava volcánica que combina el azul del agua, con el negro de su tierra, brindando un panorama muy vistoso.

Mejor época para visitar la isla

Y como en todos los países nórdicos, la temporada más común para recibir extranjeros es en el verano, más concretamente entre los meses de junio y agosto. Sin embargo, el sinfín de actividades invernales y las peculiaridades de esta tierra cuasi-artica, lo establecen como un destino a visitar cualquier temporada del año, ya sea para el avistamiento de la aurora boreal o los días de primavera con luz solar sin cesar.

Primavera, por ejemplo, es ideal para el avistamiento de aves, que por si fuera poco, en estas tierras no puede hacerse de mejor manera. Los grandes acantilados en los fiordos del oeste y la llegada de aves migratorias a las Islas Vestman hacen de Islandia el destino predilecto de cualquier ornitólogo, que acá mirará especies –especialmente el frailecillo- difíciles de encontrar en cualquier otro lugar.

En invierno, por supuesto, toda zona glacial del país es visitada para los deportes invernales, así como para el goce del paisaje mestizo de los campos de lava y las montañas de nieve. Y claro, aquí también es posible mirar el espectáculo de la Aurora Boreal.

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Islandia y su naturaleza alternativa

Hace no tanto tiempo que Islandia es un país independiente –desde 1944- y hace menos que es un país europeo que puede llamarse a sí mismo desarrollado. Las condiciones de la isla, hasta hace unas décadas, la situaban como una de las naciones más pobres del viejo continente. Sin embargo, la misma naturaleza se ha encargado de cambiar eso, por supuesto de la mano de la acción consciente del ser humano en pos de su pueblo.

Aquí hay en verdad poca gente, y pareciera que a ello se debe que la tierra hable, que la tierra actúe. Y bien, Islandia ha sabido abrirse paso en el tiempo a partir de capitalizar sus condiciones geológicas de una manera importante. La actividad volcánica en tierra glaciar es la raíz del desarrollo de dos fuentes de energía renovables: la geotérmica y la hidroeléctrica. Gracias a las condiciones de la tierra y el agua, en el país existe electricidad y calefacción para toda la población, de manera que es como si aquí, la misma casa cuidara de su gente.

No obstante, también estas condiciones geológicas hacen evidentes tanto la falla entre las placas tectónicas que dividieron Pangea; como, de manera ineludible, la evidencia de que el calentamiento global es real, pues los cambios son enteramente perceptibles, tanto en Thingvellir como en el parque nacional Vatnajökull, respectivamente.

Así que Islandia es el mejor lugar para mostrarte lo imprescindible que es adquirir conciencia sobre el cuidado de nuestro hogar, como si se tratase de un habitante más. Es un maestro vivo para el islandés, que a fuerza de ver su casa cambiando, todo el tiempo, entiende y ha hecho interno lo importante que es atender sus reclamos naturales. Con suerte, llegar a Islandia represente para el viajero, también toda una más que necesaria lección.

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